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Antiguo 07-09-2015, 23:22:53   #1443
pairospam
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Predeterminado Re: Merkabah: de tolva a motorhome

Cubrí la zona de la caja/transfer con las mangas de plástico recicladas ya que esa zona era la que recibía las goteras clásicas del techo del taller que persistían a pesar de los intentos de reparaciones y me dediqué al Montero en las pocas horas disponibles antes de la partida a Brasil. Las críticas fueron varias y justificadas por haber dejado para el último la preparación del 4x4 para el viaje, cosa que no hago habitualmente, pero era prioritario el asunto de la pintura del chasis. Con aceites nuevos, filtro de aire y de gasolina y zapatos nuevos, el Montero, siguiendo la tradición iniciada por la Terrano, empezó a manifestar rápidamente su descontento con el viaje y empezó a fugar una manguera del sistema de refrigeración que requería desarmar casi todo el motor para cambiarla. Me bajó la indiada y porfié hasta que arreglé la cosa sin tener que sacar más que un poco de cablerío, el carburador y un par de fierros. Me hice pedazos las manos pero cambié la famosa manguera y reemplacé otras que estaban al límite sin hacer mucho desarreglo.

Los pronósticos eran de lluvia y nieve y amenazaban con cerrar el paso Caracoles, aquí cerca. Decidimos no pasar por Mendoza sino irnos a la segura y pasar por San Pedro de Atacama. Alargábamos el viaje un buen poco pero en realidad no era cosa de kilómetros, nunca eso ha sido un problema. Así, al día siguiente de haber terminado con la pintura de la Merkabah, una fría y lluviosa mañana nuestros héroes emprendieron el viaje más incierto que habían hecho hasta entonces.



La historia es corta en realidad: el Montero no quiso seguir a Brasil. No hubo caso y nos advirtió que no insistiéramos. Siempre hay una buena razón para todo, así que luego de la última fuga, la última tosida y la tosuda negativa a volver a arrancar en Calama, fuimos a almorzar y abortamos el destino inicial. Decidimos seguir al norte y ver hasta donde llegábamos, y el tincado Montero no dio nunca más un problema. Estos fierros… quién los entiende!

Subo solo unas pocas fotos… no se asusten.

Cerca de La Serena encontré el motor que pensaba usar si es que la potencia de la Merkabah resultaba insuficiente. Bajando de Chuquicamata hacia Chañaral nos encontramos con los camiones mineros “chicos” que usaban el motor en cuestión, y me pareció que quizás usar uno igual como que no iba a funcionar mucho.




Las quebaradas que cruzan el desierto entre Iquique y Arica nos ofrecieron una vista magnífica de la bruma que casi siempre cubre el litoral en esta época, y Arica nos sorprendió con una marejada fantástica.




Pasamos sin pena ni gloria hasta Tacna, que nos pareció de poco interés como ciudad, llena de boliches de anteojos y dientes postizos, pero nos agradó mucho la gente del Perú en general, amable y respetuosa, y con un español muy correcto y engalanado que jamás se escuchará de boca de un flaite. Los paisajes desérticos son impresionantes y las quebradas y cultivos en terrazas muy interesantes. Conducen como animales, eso sí, y en todo momento estuve sufriendo por el miedo a que de repente le hicieran un cariñito al Montero.

Arequipa nos recibió de noche y luego nos quedamos un par de día recorriéndola. Bonita. Luego partimos a Cusco, y allí nos quedamos. Impresiona el viaje, lo enorme que es Perú y las distancias interminables entre ciudades, y en todo momento se ven terrazas de cultivo o casitas donde uno podría creer que solo viven cóndores.



En el camino se pasa cerca de los 5.000 metros, y a Carmen le dio la puna. Llegar al hotel fue un verdadero caos dado lo estrecho de las calles, lo cansado que estaba, lo mal que se sentía mi mujer y lo pésimo que manejan todos. Oxígeno para la pasajera y a esperar al otro día para empezar a recorrer.

La ciudad es preciosa si solo recorres la parte turística, que está muy bien conservada. El resto es muy feo y fome, pero lo que tiene de antiguo es genial. No fuimos a Machu Picchu dado lo mal que se había puesto Carmen y a lo límite que andaba. Unas pocas fotos de los tres días que alcanzamos a estar en Cusco y luego una última foto de un lago que aparece camino de vuelta a Arequipa, en un paisaje excepcional y muy, muy alto, antes de que nos empezara a nevar.











Fue un buen viaje, con más de dos mil fotos, varias horas de video y 6.400 kilómetros en cada cachete. Valió la pena.
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