Una vez que el interior estuvo libre de toda cosa pegoteada, atornillada o apernada, Edie se dio a la pega de sacar el parabrisas, lenta y cuidadosamente, con un destornillador. No le hablé mucho para no distraerlo, aunque él mismo contaba anécdotas de otros trabajos similares.
Luego de un rato sacamos el parabrisas intacto y finalmente la cabina estuvo desnuda y lista para la siguiente fase.
La goma de juntura, sin embargo, escondía una desagradable sorpresa: óxido… en cantidades industriales. No estaba muy sorprendidop de encontrar óxido, pero no esperaba encontrar tanto. Edie no se preocupó mucho y fue a buscar el esmeril angular y empezó a quitar óxido del metal. Había algunos puntos donde el óxido se había comido el acero, especialmente en la parte superior del marco del parabrisas, pero también en los costados y abajo.
Edie encontró, además, que la soldadura del marco del pasaje entre cabina y Caja estaba muy fea así que también le dio una pulida y luego le aplicó masilla para que se viera mejor y fuese más fácil de imprimar y pintar. Sabía que no era mi mejor trabajo, pero dolió igual.
La inspección abarcó también el piso de la cabina, y se peló un poco también el lado del pasajero. Ambos coincidimos en que no era necesario parchar.