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Antiguo 25-01-2012, 11:46:24   #552
pairospam
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Predeterminado Re: Merkabah: de tolva a motorhome

Bueno, no resultó hasta el momento lo del güevjostin así que espero que Julio suba las fotos a continuación de la sarta de boberías que siguen.

Como ya había dicho y repito incansablemente, la vida es dura y todo se puede tornar difícil. Hice tres citas distintas con distintos operadores de grúa locales para llevar la Blazer al campo y siempre la misma frase final: “No se preocupe… a las tantas nos vemos!”. Bueno, en ninguna de ellas los tipos se aparecieron ni se dignaron en llamar para avisar que no iban a asistir para hacer el trabajo. La falta de seriedad de estos tipos amenazaba siempre con sobrepasar mi escasa capacidad de tolerancia pero Carmen y Eduardo siempre trataban de ayudar bajándole el perfil al asunto explicándome que todos los del rubro son iguales y que no sacaba nada con patear la perra. Obviamente tenían razón pero perdí casi una semana y dejé de hacer varias cosas por este cuento.
La tercera vez que falló la grúa fui fuertemente aconsejado para que buscara alguna cosa de que ocuparme, cualquier cosa para mantenerme ocupado y combatir así las malas vibras. Subí a la bodega y me quedé un rato contemplando la pila de paquetes con los repuestos usados para la Merkabah y de entre todos tomé una bolsa grande que contenía parte de las piezas del snorkel y la abrí. Desarmé las piezas y baje con la caja del extremo superior del snorkel, la que lleva el filtro de arena que obviamente este modelito no traía y me puse a analizar como podía repararla. No estaba tan mal pero requeriría de un poco de trabajo de desabolladura y pintura además de reemplazar la rejilla. Hmm… bien.
Al día siguiente, sin embargo, logré que finalmente apareciera uno de los tipos con una grúa, una vieja Ford F100 medio desvencijada pero que no tuvo problemas en levantar la Blazer y llevarla hasta el campo. Todo el mundo miraba pasar la camioneta envuelta con los ojos y la boca bien abiertos. Llegamos y estacionamos la Blazer bajo el galpón y nos fuimos a dar una vuelta a ver la Merkabah por ahí cerca. El tipo miró el camión, hizo las preguntas curiosas de rigor, hizo un intento de moverla empujando una de sus ruedas y dijo que era mejor traer su Ford 9000 para esa pega, pero desgraciadamente tenía ocupados ya sus próximos tres días así es que era mejor que lo llamara entonces para ver cuando se podría desocupar. Sí claro, genial.
Algo más contento en casa esa tarde recordé que había otro personaje que tenía una grúa y que no había contactado aún y que podría ser algo más serio en sus tratos. No tenía idea de donde había dejado su tarjeta pero sí conocía donde vivía así es que a la mañana siguiente partí a hacerle una visita. Luego de unas cuantas palabras y una conversación telefónica con su hijo, el chofer de la grúa, quedamos de acuerdo en juntarnos en el taller cerca del mediodía ese sábado.
Por supuesto llegó media hora tarde pero a esas alturas ya sabía que eso era normal para el rubro. Roberto Maack y yo nos estrechamos las manos, subimos la caja de herramientas y una lanza de tiro para camiones recién prestada de los vecinos del taller y partimos al corral conversando de esto y lo otro.
Al llegar y al ver la situación torció un poco la mirada y dijo que era improbable que su camión lograra sacar de ahí a la Merkabah con ese tipo de terreno. Naturalmente hicimos la prueba igual para solo mirar como penosamente las ruedas de la grúa, sin tracción alguna, levantaban nubes de polvo al viento.
Me excuse y salí corriendo al galpón distante mas menos una cuadra y donde además de la Blazer estaban estacionados los tractores de Eduardo. No había llaves pero Eduardo me indicó por teléfono como puentear los cables del motor de partida así que con una llavecita y un par de chispas el Valmet se puso en marcha.
Roberto me vio aparecer en el tractor amarillo y con una sonrisa enorme me mostró ambos pulgares arriba. Luego de planear brevemente la maniobra se puso al mando del tractor y yo monté en la cabina del camión. Como imaginarán la dirección de la Merkabah estaba dura cono una roca. Al acelerar del tractor la cadena de tiro se tensó y los enormes neumáticos empezaron a escarbar en la tierra pero ningún movimiento se produjo en el camión. Luego, muy lenta y suavemente, la Merkabah rompió su larga inercia y comenzó a moverse hacia atrás. Sentía mi sonrisa salirse de la cara cuando se oyó un par de bang! y pow! así que detuve la maniobra y me bajé a inspeccionar. Tomé la caja de herramientas y retiré el cardan corto de la caja de cambios que daba vueltas en forma excéntrica y golpeaba el chasis y el problema se acabó.
Reanudamos el tiro y la Merkabah sorteó intacta los obstáculos que eran un bins lleno de fierros y el viejo camión del padre de Eduardo pero yo quedé con los brazos adoloridos por el esfuerzo. Afortunadamente Roberto me brindó todo el tiempo del mundo a pesar de que su teléfono no paraba de sonar para hacer otros trabajos seguramente más suculentos. Yo hice toda la pega de esfuerzo ya que él tenía un lumbago importante y eso creo que ayudo a mantener su buen humor.
Sacamos la Merkabah hasta la calle y la dejamos sobre el asfalto para asegurar una óptima tracción de la grúa. Finalmente el viejo camión estaba de vuelta sobre las pistas, a pesar de no tener motor propio. Les podría jurar que vi una sonrisa en ese frontal, no es broma.
Puse la lanza y Roberto tuvo algunas dudas respecto de la inclinación con la que quedó pero a esas alturas no había duda que valiese. Una fuga de líquido hidráulico desde las mangueras del circuito o desde los retenes de la caja de dirección chorreaba como catarata pero no la miré mucho y preferí enfocarme en llegar luego a San Felipe.
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