[Curricon]

monumento con una placa recordatoria que señala que allí fue exhibido el cuerpo
de Tiradentes luego de que fuera ajusticiado en Rio de Janeiro. Ansiosos,
queríamos recorrer y lo primero que fuimos a conocer fue la Iglesia de Nossa
Senhora do Carmo. ue construida entre 1766 y 1772 y gran parte de la obra
expuesta es de Aleijadinho, el propulsor del connotado Barroco Mineiro. Al
ingresar te impresionan los azulejos portugueses con escenas alusivas a la Ordem
Do Carmo que son únicos en todo el estado de Minas Gerais, los altares laterales de
Sao Joao Batista, N. Sra. Da Piedade y el Lavabo da Sacristía, que son obras del
mismo Aleijadinho y que permiten apreciar en su plenitud los signos
característicos de sus creaciones. Al salir de nuestra primera visita teníamos sed
de mas y decidimos ir a ver el museo de Aleijadinho perteneciente a la Parroquia
de N. Sra. Da Conceicao.

Al ingresar a la Iglesia había mucho personal con credenciales autorizadas, no
sabíamos si ofreciendo tour guiado o vigilando que no sacaras ninguna foto… ¡¡es
muy difícil abstenerse con semejante obra ante tus ojos¡¡. El cielo de la iglesia era
verdaderamente mágico, lleno de pintura de ángeles, santos, etc., que te
hipnotizaba y parecía que estabas en el mismísimo paraíso celestial… te daba dolor
de cuello de tanto estar mirando hacia arriba. El altar tenía ángeles tallados por
doquier y su color dorado lo hacía ver aun mas impactante, es en esos momentos
cuando te preguntas cómo una persona, cuya enfermedad degenerativa lo dejó sin
manos y con sinceles atados a sus extremidades creó toda esa maravilla…. ¡¡es un
genio¡¡. Seguimos para conocer el museo que se ubicaba al final y pudimos
apreciar parte de sus cuadros y esculturas, sobresaliendo para nosotros, el cristo
crucificado cuyo rostro y cuerpo refleja el dolor experimentado, parecieras estar
viéndolo en directo.

A las afuera de la iglesia estaba un mercadito, donde artesanos realizaban sus
trabajos en piedra y madera. Vendían juegos de mesa, imágenes religiosas, aros
etc. y como dicen que en todas partes encuentras a un chileno… nos encontramos
con uno que vendía aros. Al vagar por la calles de Ouro Preto, nos remontábamos
al pasado e imaginábamos lo que tendría que haber sido la fiebre del oro en
aquellos tiempos, cómo aquel indio encontró una piedra negra sin saber que sería
posteriormente una gran riqueza y que se transformaría en la esclavitud por
tantos años.

Las calles están plagadas de tiendas que ofrecen joyas en oro y plata, con piedras
preciosas: topacio azul, agua marina, esmeralda por nombrar sólo algunas…
realmente es una maravilla y si que dan ganas de comprarse de todo, pero dejamos
el consumismo de lado para seguir con nuestro recorrido cultural. La próxima
parada fue en la Iglesia Nuestra Señora de Efigenia, que era la iglesia de la
población de esclavos de la época y como era de esperarse estaba situada en la
cima del lado contrario de la ciudad. Casi como si estuviésemos cumpliendo una
manda, comenzamos el peregrinaje, lento pero seguro (por las piedras
adoquinadas) y Luca subió tan feliz que nos servía de tirador de trineo pese a su
escaso tamaño.