Etapa IV. Villavicencio – Viña del Mar
Salimos de termas Villavicencio y empezamos a subir la cuesta del Caracol del año, llamado así por las 360 y tantas curvas que hay que recorrer para llegar a los 3000 y tantos metros que alcanza la huella en la cumbre.
El paisaje es asombroso desde arriba y hace pensar en el trabajo que habrá costado construir ese camino!!!.
Fig. 23 Cuesta caracol del año en Villavicencio
A poco de empezar la bajada dimos con el Balcón del Toro, un abismo impresionante, abierto de repente en medio de las montañas, daba vértigo mirar hacia abajo por esas murallones verticales, donde viven unos simpáticos animalitos que parecen ardillas por lo rápidos y peludos. Cuy nos dijeron que se llamaban.
Claro, había que jugar un poco a explorador metiéndose a las grietas, pero la altura ligerito nos recordaba que somos costeros, especialmente al trepar para salir.
Fig. 24 Mirador el Balcón
Después el camino nos llevó a una solitaria y muy bien mantenida ermita dedicada a la virgen de Fátima donde la puesta del sol alumbraba con fuerza la lejana cordillera y difuminada el perfil del valle de Uspallata.
Fig 25 Ermita de la virgen de Fátima
Después venia un larguísimo camino en bajada que cruza una pampa interrumpida por cerros. En Uspallata de nuevo nos encontramos con los amables amigos argentinos y seguimos hablando de fierros y rutas otro rato hasta despedirnos.
Rellenados de combustible los vehículos empezamos a subir la cordillera para volver a Chile, a la nieve, el viento frío y el verde de los cerros, que están siempre presentes en nuestra tierra y que se diferencian tanto de la soleada pampa que acabábamos de visitar.
Sorprendentemente la aduana estaba muy expedita y en menos de una hora pasamos todos sin inconveniente.
Fig. 26 Aduana Paso Libertadores
En la bajada del caracol nos atrapó un taco de muchos kilómetros que resolvimos adelantando coordinadamente con la radio, y gracias a la excelente la labor del guía Idefix que permitió a la caravana avanzar rápidamente y hacer la maniobra sin riesgo.
Y en la ciudad de los Andes nos despedimos, unos a Santiago y nosotros de vuelta al mar... muy contentos, el espíritu confortado por la camaradería de los amigos, la vista llena de imágenes grandiosas y la imaginación que se nos quedo allá arriba en la cordillera viviendo en los paisajes maravillosos de este continente nuestro.
Fin