Re: Para los amantes del altiplano.
RUTA DE LOS SALARES
CAPITULO II
La ruta que hicimos tiene la ventaja que evita dar la vuelta por la entrada al Parque Llullaillaco y también evita pasar por varios campos minados.
La verdadera aventura comenzó en la Pampa de Punta Negra y mientras bajábamos por la explanada admirábamos el bello paisaje.
Con los planos de Geográfico Militar y el GPS buscamos la Quebrada de la Zorra que está casi al comienzo del Salar de Punta Negra. En este sector hay huellas suficientes ya que se encuentra relativamente cerca de la Minera La Escondida.
Una vez ubicada la quebrada y sabiendo que la Quebrada de la Zorrita (nuestro primer destino) quedaba al sur de la primera, decidimos subir por el lado norte, el que estaba totalmente rayado con huellas de jeeperos, lo que nos indicaba que era un camino seguro.
“Si nos vamos por este lado y la cruzamos más arriba nos ahorraremos varios kilómetros y algunos litros de bencina”.
Esta pillería nos costo caro: más Km. y más litros de bencina.
La quebrada se fue abriendo y profundizándose tanto que ya era imposible cruzarla.
Nos tuvimos que devolver hasta la pampa y comenzar de nuevo a subir pero por el lado sur.
Aquí no hay huellas y es necesario en algunas partes poner tracción (arena).
Ya en la tarde llegamos a la Quebrada de Zorrita cuyo color verde (bofedal) contrasta violentamente con el entorno.
Seguimos avanzando por esta quebrada y de pronto nos llevamos una gran sorpresa que no podíamos creer: un refugio de madera en estado impecable. Suponemos que es de la Conaf. Seguramente lo usan para la observación y conteo de la fauna del lugar. (zorros, vizcachas, vicuñas, pájaros….una maravilla)
Al día siguiente casi no queríamos irnos por lo bello del lugar. Comenzamos a subir hasta empalmar con el camino del Parque Llullaillaco.
Avanzamos por el camino algunos kilómetros y de repente vemos una lata toda oxidada con una calavera apenas visible. MIERDA, UN CAMPO MINADO.
A pesar que habíamos conversado con un oficial del regimiento en Antofagasta y nos había dado un planito (muy poco preciso) de los campos minados, es otra cosa tenerlo frente a uno. No negamos nuestra palidez
Nos bajamos y observamos, nos rascamos la cabeza, meditamos, nos miramos, nos fumamos un pucho ………….
Sólo teníamos la huella muy marcada por delante y mucho sudor en la frente. Avanzamos muy lentamente hasta que la huella nuevamente se convirtió en un buen camino ripiado. Otro pucho.
Al llegar al portezuelo vimos una de nuestras metas: el Salar de Aguas calientes.
Bajamos por la pendiente llena de piedras y sin huellas unos dos kilómetros cuando nos dimos cuenta del error. No era el de Aguas Calientes, era el Salar de Punta Negra.
Media vuelta y al camino otra vez.
Más adelante estaba el Aguas Calientes (con este nombre hay varios salares en el altiplano chileno) y bajamos sin problemas. Descansamos mirando los flamencos alrededor de una hora y continuamos.
Por camino ripiado en buen estado íbamos llegando al salar de Pajonales y no podíamos creer lo que nuestros ojos veían. ¿Ya estamos alucinando?
Ya habíamos recorrido unos 200 Km. sin ver un alma y nos encontramos con una torre de fierro muy alta en el salar y parecía que habían seres humanos.
Al irnos acercando vimos un grupo de trabajadores que estaban perforando el salar buscando algo.
Nunca entendieron de donde veníamos ni a donde íbamos.
Continuamos hasta llegar atardeciendo a Plato de Sopa que es una azufrera abandonada y tiene unas cuevas hechas para pernoctar. Armamos la carpa dentro de una cueva y celebramos nuestra suerte a los 4.300 mts.
En nuestro próximo capítulo y final: desde Plato de Sopa hasta Salar de Pedernales.(Salvador)
Les saludan
Los Suegros.
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