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Antiguo 28-04-2007, 00:43:45   #2
Ermitaño
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La Zona de la Muerte II

Hace 3 años, mientras bajaba de la cima del cerro Vicuñas (6050mts) —vecino del Ojos del Salado, III región— me informan por radio que un montañista polaco había pasado muy mala noche en el campamento Atacama del Ojos (5.150mts) y requería atención. Tras descender y verlo sólo un minuto, quedó clarísimo que si no lo bajaba al instante, el amigo probablemente quedaría helado y no precisamente por efecto del frío. Y no soy médico ni nada parecido, pero sus síntomas eran tan evidentes que lo que temía que padeciera, ciertamente se cumplió: edema pulmonar de altitud. Palidez, labios cianóticos, tos fuerte y crepitante, fuertes dolores de cabeza, descoordinación, entre otros, era su sintomatología.

“¡Ponle oxígeno!”, me aconsejaban. Cierto, ayuda, pero ese tiempo es mejor invertirlo en una rápida evacuación a Copiapó. Son casi 280 kms hasta el hospital más cercano y casi 4 horas de viaje, pero es un descenso de casi 5000 mts. Eso fue lo primero que lo salvó; luego los médicos.

La columna anterior, bajo el original y jamás usado título de “La Zona de la Muerte I”, tratamos el tema de mal de altura describiendo las formas benignas y malignas de la enfermedad. Continuando con la saga, veremos algunas causas y prevenciones.

Recordemos: El mal agudo de montaña (MAM), es la falta de adaptación del organismo a la hipoxia de altitud. La gravedad del trastorno está relacionada con la velocidad de ascenso y la altitud alcanzada, además de restricciones individuales. Algunos síntomas son: Cefalea (dolor de cabeza), náuseas y vómitos, falta de apetito, agotamiento físico, trastornos del sueño (somnolencia o insomnio), disnea súbita nocturna (despertarse bruscamente con sensación de ahogo).

En casos más graves pueden generarse edemas periféricos (retención de sodio subcutáneo), fenómenos tromboembólicos, embolias pulmonares, entre otros. La estancia en altura prolongada produce además deterioro muscular. Las manifestaciones malignas y que pueden ser mortales del MAM son el Edema Pulmonar de Altitud y el Edema Cerebral de Altitud.

El Edema Cerebral de Altitud (ECA) es una alteración muy grave del sistema nervioso central, con riesgo vital, que puede presentarse en tipos expuestos a hipoxia de altitud. La causa es la presencia de edema en el tejido cerebral. Los síntomas son acompañados de fuertísimos dolores de cabeza, ataxia, debilidad y pérdida de los niveles de conciencia, incluso desorientación, irritabilidad, pérdida de memoria, alucinaciones, comportamiento sicótico y coma.

El Edema Pulmonar de Altitud (EPA) es un edema pulmonar no cardiogénico en personas expuestas a hipoxia de altitud. Los síntomas pueden incluir dificultad para respirar, tos (en ocasiones con secreciones espumosas), respiración crepitante, dolor torácico y fuertes dolores de cabeza. En casos más graves, puede oírse en los bronquios sonidos de gorgoteo, similar a una olla puesta al fuego, además silbidos cuando el aire sale de los pulmones. Puede aparecer fiebre y alteración de los niveles de conciencia. También puede haber emisión de sangre (hemoptisis). En ambos casos (ECA y EPA) la evolución es letal a menos que se descienda a cotas más bajas rápidamente, mínimo 300 metros, y luego trasladar al afectado a un centro asistencial.

Ahora, una vez entendido lo que ocurre, es clave aprender a reconocer estos síntomas —no siempre evidentes— a través un sencillo diagnóstico de MAM, basado en la apreciación general del estado del afectado, pues no existe ningún síntoma que, por sí solo, identifique el MAM en forma exacta, por lo que se acude a tablas de síntomas con puntuación.

Una de las más usadas es la denominada escala del Lago Louise. Consiste en un cuestionario de evaluación (subjetivo) y una valoración clínica (objetiva), donde encontramos los siguientes síntomas (subjetiva):
1. Cafalea,
2. Problemas gastrointestinales,
3. Debilidad o cansancio,
4. Mareo y alteración del sueño.

Continúa una evaluación objetiva:
1. Alteración del estado mental,
2. Ataxia,
3. Edema periférico y
4. Estado de actividad.

Todos estos ítems son afinados con valoraciones del 0 al 3 con resultados que determinan la gravedad o incapacidad del afectado.

Total: 0-9 ptos= MAM leve (puede continuar ascendiendo);
10-19 ptos= MAM moderado (detener ascensión, mejor bajar);
20-28 ptos= MAM grave (descenso inmediato; hospital).
Es de mucha utilidad cargar esta tablita en ascensiones, porque aun gente con experiencia pueden pasar por alto muchos de estos síntomas.

Prevención del MAM

La preparación física, por buena que sea, no previene el MAM. Un maratonista fácilmente puede dar la hora en altura. Es delicado el empleo de fármacos. El ideal es adaptarse gradualmente a la hipoxia de altitud, mediante un proceso denominado:

*Aclimatación (ascenso gradual): Por encima de 2.500 mts no sobrepasar 1000 mts de desnivel diarios antes de dormir, aunque durante el día se hayan alcanzado altitudes mayores y pasar una segunda noche a la misma altitud que la anterior.

*Por encima de 3.500 mts se debe subir calmadamente, sin sobrepasar los 500-700 mts de desnivel diarios y —ojalá— descansando un día por cada dos de subida.

*Por encima de 5000 mts de altitud no hay garantía de que una aclimatación adecuada impida la aparición del MAM e incluso en sus formas malignas (EPA-ECA), embolias, etc. Depende en gran medida de la predisposición de la persona al MAM.

*Hidratación: Beber líquidos en abundancia, equivalente a un 5% del peso corporal+1000cc cada 1000 mts de ascenso sobre los 3000 mts de altitud. Contribuye a un mayor transporte de O2 en la sangre, entre otros.

*Alimentos, Vitaminas e Infusiones: una dieta rica en carbohidratos mejora la oxigenación sanguínea; algunas vitaminas antioxidantes (vitamina C), produce mayor saturación arterial de O2. El café, té, las clásicas “agüitas” y el mate de coca no están probados científicamente para prevenir el MAM, aunque tradicionalmente se piense lo contrario (sobre todo el mate de coca). Lo que ayuda es la hidratación. Cebolla, limón, pomelo y otros “clásicos”, no previenen el MAM, aunque se ha demostrado en algunos casos la utilidad del ajo para prevenir este mal.

*Medicamentos: por tratarse de una materia delicada y en la que no estoy calificado, sólo nombraré algunos sin recomendarlos: Acetazolamida, Dexametasona, Nifedipino y compuestos de Gingko Biloba, entre los más usados. La vieja y querida Aspirina, Paracetamol e Ibuprofeno son muy eficientes en tratar la cefalea.

*Cámaras hiperbáricas: Es un saco estanco donde se introduce al paciente, cuya presión interior es mayor a la atmosférica, simulando un descenso a alturas menores.

*Memoria de aclimatación:
las personas con ascensos a grandes altitudes previas, en general padecen menos de MAM que quienes nunca lo han hecho, aun hayan pasado varios años de su última visita a la montaña.

*Hiperventilación voluntaria: permite un lavado de anhídrido carbónico (CO2) y mejora la oxigenación.

¡Ojo! A pesar de ser ordenados en su aclimatación, el MAM igual puede presentarse. Ante cualquiera de sus síntomas es necesario dejar de ascender. Si continúan, bajar a cotas menores y, de no haber mejoría, bajar lo antes posible, al menos hasta la cota donde no existían los síntomas.

Y uno sube cerros por gusto!!!!.


fuente: Lasegunda.cl

Última edición por Ermitaño fecha: 28-04-2007 a las 11:25:50
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