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Antiguo 20-11-2006, 15:19:16   #2
Ermitaño
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Fecha de Ingreso: Aug 2005
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Predeterminado

Bueno, a lo lejos ya divisábamos las montañas que conforman el Nevado El Juncal... impresionantes de blancas y coronadas por unas nubes guachas que se cobijaban en sus picos y trataban de esconder las aguzadas aristas.
Llegamos al punto de estacionamiento llamado Hornitos (hay unos curiosos y pequeños hornos de piedra que le dan el nombre) y sacamos muchas fotos, entonces vimos una huella que subía a los cerros, se veía interesante y después de parlamentar un ratito empezamos a trepar con los motores muy alegres, cosa que nos duro poco porque los rodados se habían llevado el camino en varios sectores... dado que para seguir se habría necesitado picotas y palas y mas brazos, dejamos los yip ahí y seguimos a patita.



Y seguimos subiendo, parando cuando nos faltaba aire y sacando agua de restos de glaciares que se derretían lentamente al lado del camino.
El sol nos freía en forma inclemente y para refrescarnos bajamos con mucho cuidado hasta el cauce de uno de los esteros de montaña con la peregrina idea de darnos un chapuzón, pero el agua estaba tan helada que después de lavarnos la cara y quedar con las manos adoloridas en el acto, desistimos de esa idea... mmm, el agua de deshielo no es cooperadora con los afanes deportistas de los yiperos.



Bueno, es entendible que pese a nuestro espléndido estado físico, al cabo de un par de horas estábamos tan pal gato que una de las integrantes sin nick aun (la Pao), fue bautizada como PPG (Paola pal gato)... jajaja.
Mas arriba floreció espontánea una de esas raras decisiones democráticas unánimes “¿nos devolvemos?... ¡¡¡yaaaa!!!”, obvio, media vuelta instantánea y empezó la alegre bajada ya que además teníamos un hambre de lobos. Lo reconozco, no llegamos a ningún glaciar decente, pero aun quedaba un día completito y nos comprometimos a caminar las 6 horas que significa ir al glaciar Juncal.
Disfrutamos de un asado con una vista espectacularmente soleada... no había ni una mosca ni chaquetas amarillas, solo nos llamaron la atención unos mansos pajaritos verdes que sin ningún miedo se acercaban a nuestra mesa. Ah... por siaca el pinot sabe excelente en la altura.



El día se va rápido entre las montañas, así que en medio de la sobremesa y sin darnos cuenta llegó la noche... con leña que astutamente llevamos hicimos una fogata y miramos las inmensas estrellas que alumbraban el valle y las nieves compitiendo con las chispas de las llamas ... ese solo espectáculo era un premio a la vista.
Salió viento helado y como a las 22:00 muertos de cansados, nos fuimos a la camita y dado que había dos refugios armamos las carpas adentro por si hacia frío. En mi refugio descubrí que dormían también los pajaritos (acuérdense que allí no hay árboles), los cuales alborotados por la luz aletearon un rato por todos lados antes de irse a dormir al entretecho (mmm... los pajaritos, ¿harán cucharitas?).
Al día siguiente como a las 10 de la mañana nos levantamos cuando llegaron mas excursionistas que se aprontaban a ir a los glaciares... nosotros también nos entusiasmamos pero el sol y el calor asesino nos desmotivaron rápidamente, así que mejor tomamos desayuno, desarmamos campamento y nos fuimos a explorar un viejo puente y nos metimos con yip y todo a uno de los abandonados túneles del tren trasandino.



Y para rematar el paseo nos fuimos a la laguna del Inca, que con sus aguas azulísimas da la impresión de ser exageradamente profunda, allí andaba un solitario carabinieri de franco pescando sin éxito unas esquivas truchas que no querían terminar en su sartén.



y después jugamos con los yip en las pistas de esquí, que estaban con poca nieve, las copilotas, tan infantiles ellas, armaron una guerra de bolas de nieve. Hay muchas pendientes interesante y probamos mas de una con el respectivo alegato y protesta de nuestras aperradas pero algo miedosas copilotas que ya se veían en el fondo de un barranco, pero es que ellas no saben que este par de empaquetaduras de volante, la lleva....



Al rato y debajo de un andarivel hicimos un asadito seguido de un tecito de altura y que pa variar, se extendió hasta que las sombras de las montañas nos dijeron que se hacia tarde.
Ya en la bajada caracoles vimos un auto en panne lo que despertó de inmediato nuestro instinto solidario y paramos a ayudarlo.



La hora pasaba rápido y oscurecía por lo que después de ayudar en lo que pudimos nos fuimos a tomar la ruta para volver a casa en Santiago y Viña del mar.
Fue un paseo excelente, jugamos y caminamos harto. Los paisajes maravillosos y limpios, la mente y el cuerpo vigorizados por la cercanía del cielo, no escuchamos mas que la música del viento en las montañas y la alegría mayor fue no ver ni una piedra rayada con spray. En concordancia y dado que somos amantes de la naturaleza, no dejamos huella de nuestro paso.
Ah... para acceder al Juncal hay que pedir permiso a los dueños del predio, Sra. Catherine Kenrick, correo ckenrick@terra.cl

Saludos cordiales.

Última edición por Ermitaño fecha: 20-11-2006 a las 21:15:44
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