Insistí en soluciones locales para resolver el problema de los frenos pero la situación no mejoró. Había probablemente más alternativas pero no tenía tiempo para buscarlas. Ya empezaba a cabrearme de nuevo cuando alguien llegó y me pasó una gran taza de té con una tonelada de miel. Me la tomé de a poquitito, dando vueltas alrededor del chasis de la desnuda Merkabah, y me detuve frente a donde iban las cañerías hidráulicas. Eso. Agarré las cañerías, que colgaban lánguidas del techo hacía un buen rato, y me dispuse a colocarlas definitivamente.
Cuando las saqué, el bastidor estaba pelado, pero ahora había muchas cosas en el camino, incluyendo el motor y sus soportes y los brazos de la barra estabilizadora. No había modo de volver a ponerlos con las curvas que tenían y, además, las distancias habían cambiado ya que el winch ocupaba la parte delantera.
Me puse a enderezarlas, con cuidado, pero con cuidado y todo una se rompió. El acero no estaba pensado para curvarse y descurvarse con facilidad, no importa lo cuidadoso que fuese. Afortunadamente, Eduardo tenía la herramienta para ajustar la boca de la cañería de modo que, después de un par de pruebas, repuse el fitting conector. No se rompió ninguna otra así que seguí adelante y presenté las cañerías sin mayor drama antes de irme a casa.
Ese fin de semana no trabajé en el camión. Tuve visitas y fue más entretenido eso que morirme de frío, solo, trabajando con las cañerías. Como dice Nigel, hay que entretenerse y no hacer las cosas por obligación… o algo parecido.
Al siguiente lunes me presenté temprano en el taller y me encontré con que Terral estaba allí. Hacía rato esperaba lugar para poder atenderse en el taller, y bien que lo necesitaba después de su baño en el Atlántico en las costas de Brasil.
Y más o menos en eso andamos en estos días. Cualquier contribución al proyecto, ideas, datos, comentarios constructivos (negativos también, pero atentos a las consecuencias), críticas, etc... bienvenidos.
Saludos.
Pairoa