Lunes otra vez, tarde como siempre. Armamos el conjunto de piñones de velocidades con el eje de mando nuevo y cambiamos la bomba de aceite de la Honda. La bomba no estaba mala, pero ya que estábamos no tenía caso armar la cosa con la misma bomba, no? Probamos a cerrar las dos mitades de la caja pero no nos convenció el funcionar de los cambios así que la dejamos así hasta tener tiempo de chequear bien. Cubrí todo y ordené y nos fuimos a casa. Hmm…
Al día siguiente me llevé conmigo las piezas de acero al trabajo y me pasé la tarde en el pequeño taller de Víctor, taladrando y taladrando. Me dedicó un buen poco de tiempo, el buen Victor, ayudándome con la soldadura y la preparación de las piezas. Estábamos en esa cuando Stefan pasó por ahí de visita y se quedó hasta tarde ayudando, como siempre, a que el trabajo quedara lo mejor posible.
Entrada la tarde empezó a llover sobre San Felipe, y llovió y llovió. Yo había ido a trabajar en moto y Stefan estaba a pata así es que Eduardo nos pasó a buscar y nos fue a dejar en su Montero mientras diluviaba.
A la mañana siguiente el sol, radiante y orgulloso, nos regaló una vista fantástica de la cordillera, cubierta por la primera nevada seria de la temporada. Bien.
Esa tarde estuve muy ocupado con otras tareas, para variar, pero alcancé a esmerilar y preparar los calces superiores de las abrazaderas de los paquetes de resortes para alojar los platos. Para variar se me olvidó taladrar los agujeros para los pernos de fijación de los pulmones de suspensión, pero me daba mucha lata ir de nuevo hasta el taller de Victor así que hice los cuatro hoyitos con el taladro manual. Cómo odio hacer hoyitos!
