De nuevo en el taller, decidí que seguiría con la suspensión delantera de la Merkabah antes de continuar con el eje. El tremendo paquete de resortes tendría que sufrir una jibarización y debía de adaptar doble amortiguador y la suspensión neumática auxiliar. Lo de la barra estabilizadora ya estaba listo.
Primero que nada debía de sacar el cardán delantero. Ya había hecho varios intentos en el pasado pero no había conseguido despegar los flanges tanto delanteros como traseros, pero esta vez seguí el consejo de mi cuñado Eduardo y apliqué dos pasadas de un poquito de desatascante, der güeno, entre ambos. Casi de milagro, al día siguiente ambas piezas estaba separadas sin la necesidad de ni siquiera un golpecito. Repetí el procedimiento con los flanges del extremo trasero del cardán y también se soltaron al cabo de un día. Bien.
En el intertanto, como el camión debía sostenerse de algo que no fuese la suspensión para poder concretar los arreglos y modificaciones de la misma, busqué la mejor manera de hacerlo y finalmente terminé usando los caballetes, los cuatro, un par de troncos y unos pedacitos de madera. Resultó una base bastante estable y solida, al parecer.
Con el cardán fuera y el eje sin carga saqué las abrazaderas y comenzó el trabajo por demás latero de bajar el eje con ayuda de la gata, de los soportes y de Alejandro, sin el cual no podría haber estabilizado el eje mientras maniobraba gata y soportes.
Como era de esperarse, uno de los pernos centro del paquete estaba roto, y también una de las hojas de resortes, quien sabe hacía cuántas lunas. Pero podría haber sido peor.
