[Curricon]

​El siguiente magnífico paisaje eran las lagunas: Honda, luego algunos kms. mas allá se encontraba la laguna Chiarkota, Cañape, luego la laguna Hedionda cuyo nombre hace honor a su olor a azufre, aquí habían muchos pero muchos flamencos y un refugio donde conseguimos indicaciones y nos recomendaron no entrar al Salar de Chiguana por lo malo del camino (demasiado barro que deja pegados a todos los Land Cruiser) y porque no podríamos llegar por ese camino directo al Salar dada la cantidad de agua que tenía el mismo y se volvía peligroso.

Seguimos en busca de Alota, el camino era una huella, con muchas piedras volcánicas, las Vicuñas nos veían pasar, pasamos una mina de Sal abandonada y el camino se volvió estrecho, sinuoso, como de película del Señor de Los Anillos, el GPS mostraba una huella pero habían varias, en frente el resplandor de los relámpagos nos mostraban que debíamos tener precaución. Vizcachas se escondían a nuestro paso, el camino era encajonado por grandes roqueríos, hasta que de pronto yo encontré la carretera donde se unía este gran camino de las Joyas Altoandinas. Ya de noche llegamos a Alota y en medio de la vía principal llegamos a dormir a los tan anhelados 3.800 msnm.

Alota es un pequeño poblado, donde los tursitas que hacen nuestra misma ruta llegan a dormir, está lleno de los famosos toyotas, el pueblo estaba sin luz por la tormenta y por la mañana la gente muy amable nos saludaba en el camino que hicimos para ir a ver su plaza, una mezcla de cultura inca, con una especie de altar o escenario triangular y grandes escaleras.

La meta era llegar este día a Uyuni, emprendimos rumbo pero la carretera “mejorada” por la mina San Cristobal”, era sencillamente mala, mas que mala, llena de grandes hoyos y al haber tanto tráfico no podías esquivarlos porque te adelantaban por todas partes. Acá no hay reglas de conducción, es la ley del mas fuerte y lo que es peor, no le temen a los vehículos grandes como nosotros.

Pasamos por fuera de pueblos muy pintorescos como: Culpinar, San Cristóbal, Vila Vila que tenía un negocio llamado Condorito, ramaditas y luego empezaron a aparecer las dunas, el coirón se fue, no habían mas vicuñas y la vía era sólo recta, alrededor comenzaron a aparecer grandes lagunas de aguas, unas, otras, hasta que la ruta era una sola huella rodeada de agua color ladrillo, que hacía temer el allegarse a la orilla por el temor a que la tierra cediera, fue así como el reflejo de las nubes se veía perfecto en el agua que nos rodeaba… de pronto comenzamos a ver a Uyuni, el mítico pueblo del que tanto se había hablado y que tanto queríamos conocer.

Cada rebote, cada msnm., cada mal camino que hicimos sin duda que valió la pena, los paisajes son realmente hermosos, no intervenidos, con fauna y flora en todo su esplendor, sin duda que los invitamos a que si tienen la oportunidad de hacerlo lo hagan porque no se arrepentirán.

Nos despedimos con mucho cariño de cada uno de ustedes

Team Terral
Rene y Karen