Hola a todos. De vuelta a estas andanzas que me tienen casi loco… o ya era loco antes?
Como no podía trabajar porque la piel estaba aún algo sensible (dolía como caballo) fui a conversar con la dueña del camión que había encontrado semienterrado en las orillas del río Aconcagua, y luego de hacerle guardia por algún tiempo y explicarle mis intenciones convinimos en un precio y un momento adecuado para proceder a la canibalización del infortunado Mercedes. Tendría que trabajar un domingo para no alterar el funcionamiento de la planta de áridos, y para que nadie me molestara a mí tampoco.
El maestro tornero había terminado, finalmente, de hacer las perforaciones para las graseras de las crucetas del cardán que va desde el motor a la caja. Como había viruta metálica en la grasa decidí sacar los polines y limpiar todo antes de armar. Me di cuenta que el retén había sido dañado en un costado pero Eduardo me dijo que no era importante así es que el trabajo no se había perdido. Engrasé todo de nuevo con una grasa de alta compresión, compré un par de pernos para sellar los agujeros originales de las graseras y quedó todo listo para rearmar el cardán, pero no me gustó la calidad de los pernos así que tendría que buscar otra manera de sellar el agujero para la grasera original de la cruceta. Hmm…
Pasaron varios días antes de que pudiera hacer fuerzas con el brazo y me aburría de lo lindo al ver como pasaba el tiempo y el proyecto se iba demorando y demorando. Como la lección era precisamente esa me aguanté, estoico, mientras la Merkabah y un colega platicaban en algún idioma secreto sobre andanzas que solo ellos conocían.
Cuando el dolor disminuyó lo suficiente y las costras empezaron a caerse agarré overol (grueso), herramientas, el esmeril angular (chico), la Mitsubishi de Eduardo y el generador ruidosísimo y partí a desarmar el camión del río. Por desgracia tuve mucho trabajo ese fin de semana y llegué al lugar tarde en vez de llegar por la mañana como era el plan.
Me puse a revisar y empecé por remover la barra estabilizadora delantera, lo que estaba más expuesto. La idea era de poner la barra en el segundo eje, lo que no estaba contemplado en el diseño original y aún no sé si vale la pena dado el poco peso con que va a circular la Merkabah, pero decidí sacarla de todas maneras ya que es mejor tener de más que de menos. Siempre se puede usar de pisapapeles después.
Al terminar me puse a urguetear en la cabina y me encontré de sopetón con la desagradable sorpresa de que unas avispas diminutas pero de muy mal genio habían decidido hacer su nido en el borde del tapabarros, justo donde se me ocurrió apoyarme para subir. Recibí un aguijonazo en la cara y uno en el antebrazo, brutalmente dolorosos, y tuve que hacerme un lado y quedarme quieto, esperando que no se les ocurriera a todas salir detrás de mí con iguales intenciones. Por fortuna no fue así y solo fue una advertencia para poner en claro quién mandaba allí. Desafortunadamente la que me picó en la cara recibió un palmazo reflejo y no pudo contarlo, pero no me alcanzó a inyectar mucho veneno, por suerte. La del antebrazo sí.
Luego de esperar a que se calmaran, y cuando bajó la intensidad del dolor, me fui por el otro lado y me subí a la cabina sin molestarlas. Había algunas cosas que me interesaba rescatar del viejo Mercedes y unos bichitos no serían suficiente disuasor para este intrépido buscador de fierros viejos y tostados por el sol.
Luego de maniobrar dentro de la cabina, varios sube y baja para buscar herramientas, me puse a trabajar en el chasis y logré rescatar tres de los cuatro soportes de amortiguador trasero, no sin ardua pelea contra el óxido de lo siglos y la incomodidad del lugar. El soporte trasero derecho quedaba oculto entre el lecho del río y la cama de carga que le habían tirado encima en quién sabe qué oportunidad al derrotado camión. No pude sacar los soportes de los amortiguadores de las abrazaderas inferiores de los ejes ya que no llevé el combo y había que cavar un poco para removerlas. Logré sacar el estanque de diesel ya que me interesaban también los soportes del mismo, que estaban en mejor estado que los de la Merkabah y de Repuesto, pero en eso se me fue el sol. Cuento corto, volví al taller ya tarde con un par de cajas llenas de repuestos usados de luces de tablero, botones, remaches, soportes, conectores, plásticos, e incluso saqué el tacómetro y el marcador completo de presión de aceite, aire y etc., que parecían en buenas condiciones. El indicador de viraje se veía bien y la goma del mismo parecía nueva así es que pasó a formar parte del botín. Por supuesto, traje también el estanque diesel conmigo; Para qué? - dirán ustedes; No lo sé! - responderé yo, pero me pareció adecuado traerlo, sin una razón específica. Ya se presentará la oportunidad de sacarle provecho y mientras tanto cuidará que no pongan otras cosas bajo la cabina de la Merkabah que no sean estrictamente del proyecto.
Al día siguiente ya prácticamente ni me acordaba de las lesiones de la Makita, pero la picadura de la avispa en el antebrazo estaba viva y volvía a doler y a afiebrarse; en la cara no tanto.