El resto del tiempo disponible, varias horas, me lo pasé enfundado y alienado, con el compresor andando a toda máquina, arenando el chasis.
Bueno, la verdad es que debo pedir disculpas públicas a René porque he pregonado mucho ya en estas páginas respecto de la seguridad al trabajar y uno no puede predicar sin dar ejemplo. Como a mí el Jefe no me aguanta ni una, pero ni una sola, me dio una lección para que no lo olvide tan fácilmente.
Resulta que luego de terminar de arenar, no porque hubiese terminado el trabajo, sino porque se me acabó la arena, de nuevo, y me daba lata estar limpiándola por tercera vez, se me ocurrió seguir limpiando las partes planas del chasis y el soporte central del boggie con el cepillo metálico de la esmeriladora angular. Pero al gil no se le ocurrió nada mejor que ponerse el overall de papel para el polvo y sacarse la camisa para no cagarse de calor y, naturalmente, el resultado fue un desastre. Con un poco de viento el overall ondeó, lo agarró la esmeriladora y tuve un muy intenso pero breve round con la poderosa Makita. Gané yo al desconectarla, ja!... pero me dejó una serie de erosiones que ya sabía no se sanarían muy rápido.
Lección dolorosa, clara y precisa y potencialmente mucho más grave. Solo me quedó reposar, decir ouch! y reponerme haciendo cosas livianas y sin mucho trajín ya que el peeling fue particularmente profundo.
No lo hagan ustedes en casa.
