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Antiguo 27-05-2012, 21:59:19   #722
pairospam
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Predeterminado Re: Merkabah: de tolva a motorhome

Hola de nuevo:

Vuelvo a las andadas con unas cuantas pocas nuevas. La última vez quedamos en que estaba con los yugos traseros desarmados, una hoja madre del paquete de resortes derecho quebrada, los balancines de los paquetes con las cubetas de los rodamientos dañadas y cubiertos de óxido y mugre y que lo único que quería era limpiarlos para pintarlos.


Bueno, para que eso sucediera tuvo que pasar bastante tiempo antes de que me pudiera dedicar al proyecto de nuevo. Varias horas y varios cepillos metálicos después consideré que el trabajo estaba lo suficientemente bueno como para pintar ambos balancines. Aún no había resuelto el asunto de si cambiarle o no las cubetas de los rodamientos pero no quería que se empezara a oxidar el acero desnudo.

Se acuerdan de la Merkabah, esa nave interdimensional 6x6 que me llevaría a los confines del mundo? Pues bien, a mí ya casi se me había olvidado entre tanta pieza chica y tanto detalle de limpieza y reacondicionamiento de los ejes. Mala cosa.

Como sabrán, ya hace un tiempo tenía intentenciones de ponerle el sistema de inflado central de neumáticos (CTIS) a la Merkabah, y había desistido de fabricar yo mismo los rotores que van en las ruedas ya que requieren de una tecnología más compleja de lo que soy capaz de producir por mi cuenta.

Encontré un modelo de CTIS, que me mostraron Ignacio y Francisco Casale, y que me entusiasmó bastante por lo compacto del diseño y por la experiencia y reputación del fabricante como ya mencioné. Agarré el modelo 3D de la Merkabah y le adapté el diseño para ver qué tal luciría, y me gustó el resultado en el mono. Lo ideal sería, como mencionaba Pipi, que el aire fuera por el yugo y ahorrarse así los tubos al aire y el peligro de pasar a llevar un rotor con una piedra o un tronco, pero la vida es dura.

Estaba en esas cuando llegó la arenadora casera que mi padre me prestó y que me envió por bus. La verdad es que el sistema es bastante sencillo, pero las consideraciones no son menores en cuanto a la calidad de la arena, como se ha discutido ad náuseam en estas páginas previamente, a la duración de la boquilla de la pistola, y en relación con la polvareda que queda al trabajar.

Como pasaron varios días me preocupé por los balancines y antes de pensar en arenas y tubos decidí rociar y proteger con wash primer las piezas y así lo hice. La capa aplicada fue más delgada esta vez en relación con lo efectuado con el chasis ya que el fabricante así lo recomendó. Encontré en un rincón remoto la barra estabilizadora de la suspensión de la cabina que había quedado lista para pintar en algún momento y que por alguna razón había pasado al olvido. También se fue de wash primer y, luego de envolverla en papel, se fue de vuelta a su rincón y a su estado de olvido.

Se me había olvidado lo odioso que es limpiar la pistola después de pintar. Horror.

Lo siguiente fue lo de preparar la cámara de arenado. En una conocida ferretería de Santiago vendían unas ya hechas para arenar piezas pequeñas, con recuperador de arena y manejo con guantes incorporados. No way. Los yugos no cabían dentro y el precio de los aparatos no era nada despreciable. Como tampoco tengo granero u otro lugar abierto para arenar la inventiva se puso a trabajar y terminé comprando un gazebo chino por pocas lucas en el Homecenter, luego compré unos pocos metros de polietileno y un rollo de cinta de embalar y listo.

Apenas pude armé el gazebo en el taller, lo que no fue tan fácil ya que estas leseras se desarman de un lado mientras intentas armar el lado opuesto. En fin, una vez armado instalé el plástico a modo de cortina cerrando todo el contorno y el resultado fue más que satisfactorio, con espacio suficiente para trabajar en los ejes y con piezas grandes y chicas. Solo cabía esperar que fuera adecuado para contener la arena y el polvo de pintura y óxido para que no se desparramaran por todo el taller.

Sobre la arena, bueno… intenté conseguir arena especial para arenado pero terminé cagado de susto recogiendo con una pala una especie de chancado minúsculo bajo una torre de molienda de piedras de varios metros de altura y varias toneladas de peso en las orillas del río Aconcagua. Me llevé al taller un saco pesadísimo de esta arena y estuve varias horas arneando con el tamiz de la cubeta del sistema de mi padre, la única y verdadera medida para hacer funcionar esa pistola con esa precisa boquilla. Una lata.
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