Hola de nuevo a todos:
Vuelvo a las andadas con algunas novedades de la Merkabah y su viaje desde el más allá hasta el más acá.
Estuve haciendo algunas pruebas para ver como resultaba el asunto de usar un álbum de fotos externo para subir las imágenes, hasta que pillé el truquito, aunque si no me agarro una tendinitis con tanto click va a ser un milagro.
Bueno, en estos últimos meses las labores han sido muy pocas, como les había comentado al suspender las noticias hace tiempo, no porque quisiera sino porque la vida es dura a veces.
Habíamos dejado a nuestra heroica nave reposando sin mucho futuro aparente en un corral precario expuesta a las inclemencias, acompañada de fierros viejos y tiritona de pensar en tener un destino similar, oxidada, sin motor, pero siempre orgullosa y altiva montada en sus neumáticos todo terreno “gentileza” de Casale hermanos.
Las últimas peripecias de la historia describían cómo el suscrito intentaba sortear las dificultades que se presentaban día a día, tratando de armar un motor enorme y ajetreado, con una tapa de aluminio de 300 lucas carcomida por el tiempo, el agua y el calor.
Mientras esperaba que llegara la tapa de donde el soldador terminé de limpiar el carter y quedó listo para la pintura. Además serviría para guardar otras piezas que estuviesen ya listas para pintar y armar.
Después de un par de días la tapa de los termostatos llegó de vuelta, pero desgraciadamente para hacerla mejor el soldador le pasó la galleta para rebajar el sobrante de soldadura; mala movida. La fijé como pude al banco y empecé a pasarle lija usando una de las culatas para mantener el plano, pero la galleta pasó demasiado profundo y además uno de los bordes quedó con un defecto y quedó demasiado débil como para confiar en él. Entonces volví donde el soldador y le pedí que rehiciera el trabajo y que esta vez, por favor, no le pasara la galleta.
Dejé el cuento de la tapa y agarré entonces ambas bombas hidráulicas para limpiarlas y decidir qué hacer con ellas. La bomba de Repuesto era la bomba original alemana, y la de la Merkabah había sido reemplazada por una bomba brasileña. Las dos eran distintas en sus piezas móviles según las consultas que hice, y para ninguna había juego de repuestos en ese momento, así que se decidió mantener la bomba brasileña, de seguro la más nueva de las dos, y poner ésa en el motor.
El radiador de aceite y la tapa del mismo, que a la vez es el soporte del filtro de aceite, fueron limpiados y pulidos, mientras la pila de piezas descartadas crecía de a poco pero sin parar.
La tapa de los termostatos volvió de donde el soldador, y llegó tal como se aprecia en la foto. Horror. La llevamos a diversos lugares para ver si la rectificaban pero nadie quiso trabajar con ella porque las formas curvas impedían fijarla bien para poder pasarle la maquinita. Así que, para variar, tendría que hacerme cargo del asunto yo mismo.
En algún momento fui a Santiago y compré la bomba de agua en el negocio habitual, de acuerdo a la bomba de muestra que llevé, por supuesto. De vuelta en San Felipe me sentí extraordinariamente bien ya que esta había sido la compra más fácil y sin contratiempos que había hecho desde que empezó este proyecto. Efectivamente, demasiado fácil. Con una sombra de sospecha tomé la bomba nueva, made in Brazil, y le puse el volante de la correa y adivinen qué… no cabía! El diseño de la nervadura de soporte era distinto y bloqueaba el paso del volante. Suspiré sin mucho afán y cargué la bomba en un bus y la mandé de vuelta a Santiago. Luego tomé el teléfono y ordené a Kaufmann la bomba original; por supuesto les costó encontrar los códigos correctos en el EPC porque los números han cambiado varias veces en estos últimos treinta años, como ya había contado antes. Un par de días después llegó la bomba, made in Germany, un poco más barata, y con calce perfecto de todos los componentes.