Re: Merkabah: de tolva a motorhome
Hay algo especial y excitante al momento de empezar a armar cualquier fierro, sobre todo si tienes las piezas y repuestos nuevecitos en cajas para ir poniéndolos uno a uno. La emoción es similar a la de abrir un paquete de regalo, hasta que descubres que los taquíes tienen todos y cada uno una etiqueta adhesiva que no sale con la uña y que incluso cuesta que salga con la mezcla de parafina y gasolina. Una lata.
Superada la lata y eliminados los restos de las etiquetas sobrevino la colocación de los taquíes, la primera acción concreta de ajuste del motor de la Merkabah. Emoción.
El eje, con las levas puntudas y nuevecitas, volvío a quedar donde debía con la ayuda de Eduardo ya que colocarlo era más difícil que sacarlo. Siempre lo es, no?
Fotografié todas las cajas de repuestos para, si algún día fallan, todos sepan, incluyéndome a mí, cuáles fueron. En los siguientes pasos Eduardo me enseñó a ser paciente y colocar los metales como corresponde, pero no pudo quitarme el gustito de poner la mayoría de ellos. Ya saben eso de: Cuál es la diferencia entre un niño y un hombre…?
Lavé el cigüeñal muchas veces y de diversas maneras, pero el polvo de la pintura de las llantas, a pesar de la protección, se había filtrado hasta depositarse en las superficies de giro de los puños. Allá partió Pairoa de nuevo, con lija 600, su combinación de combustibles, una pantymedia a medio cortar y el viejo truco del bruñido redondito hasta sacar todo rastro de pintura e impurezas del cigüeñal.
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